Este Enero decidí que quiero adquirir nuevos pasatiempos, me quiero vestir en otro orden, tal vez empezar con los zapatos y ponerme el corazón al final, trenzar mi pelo del lado derecho, dejar mis uñas crecer un par de milímetros más. Quiero ponerme la ropa que no he usado por miedo a evidenciar mi complexión. Quiero seguir amando, pero más y mejor, descubrir música que me surque la piel, visitar lugares a los que he ido antes para volverlos a conocer.
Quiero dejar que mi cuerpo sufra sus ataques de pánico y ansiedad mientras yo me voy de visita a las casas deshabitadas de mis abuelas y volver a mí cuando todo haya pasado. Quiero hacer nuevos amigos y reencontrarme con amistades que quedaron en pausa mientras me iba a ser mejor, más generosa tal vez, más presente, más yo. Quiero volver a pintar sin motivo, escribir un cuento, tomar el rumbo que dicte mi bicicleta, seguir caminando todas las tardes hasta dejar marcado mi trayecto sobre jardines y banquetas. Quiero ver más amaneceres, más estrellas y atardeceres, quiero extrañar cada vez menos a las personas que ya no están, envolverme con cobijas y abrazos los domingos y no salir de casa.
Quiero hacer murales y estar cerca de personas que me inspiran. Quiero aprender a patinar y convertirme en una experta en mis sobrinos, saber todo de ellos, de sus mundos. Quiero comprarme zapatos nuevos porque los míos están desgastados y me duelen los pies y a veces la espalda. Quiero salir más, reír más, besar más, tomar más ginebra, andar descalza y preocuparme menos por las cosas.
Este Enero decidí que quiero un año con días simples y hermosos, y aunque el blanco y negro me encanta, lo quiero con todos sus colores.